El pasado viernes 22 de abril comenzaban, un año más, en la Sierra de Madrid las Jornadas de Primavera. A esta cita acudimos carlistas de las diversas regiones del Imperio. Nos citamos a mitad tarde en el lugar que esos 3 días sería nuestro hogar. Al llegar, estuvimos charlando, conociéndonos más y jugando a las cartas, hasta que llegó el Páter acompañado de Nuestro Señor. Como no podía ser de otra manera, iniciamos estas jornadas poniéndonos de cara a Él, orando y oyendo la Santa Misa.
El siguiente día también lo comenzamos poniendo al Señor lo primero, celebrando la Eucaristía. Después de desayunar, se dio lugar a las ponencias. Este año los temas de éstas fueron la función de la Asociación Cruz de Borgoña y qué busca en sus monitores, la jerarquía y autoridad, las Virtudes Teologales, y la importancia del deporte. En todas ellas pudimos aprender y empaparnos de algunos de los conocimientos necesarios para poder ser buenos monitores en el campamento de Cruz de Borgoña. Además, en el ínterin de las conferencias pudimos disfrutar de juegos en los que, pese a la acervada competitividad, nos lo pasamos realmente bien. Toda esta formación y disfrute de juegos estuvo acompañada de las correspondientes oraciones como el rezo del Santo Rosario, y de la puesta en práctica de la caridad a los hermanos, dado que debíamos realizar las comidas y demás labores del hogar. Asimismo, en la comida de ese sábado nos vinieron a acompañar numerosos amigos y conocidos que fueron invitados a esa comida para disfrutar de su compañía. Por la tarde proseguimos con las conferencias y los juegos, y esa noche para finalizar el fatigado día, pudimos complacernos de una más que divertida velada, hasta bien entrada la noche.
El domingo, después de desayunar y recoger la casa, escuchamos la última de las charlas. Ésta trataba sobre cómo hablar en público; pero además de escucharla, lo que hicimos sobre todo fue ejercitarla, ya que como dijo el conferenciante “a hablar se aprende hablando”. Después de realizar la actividad -y pasar todos un poco de vergüenza- acudimos prestamente a una iglesia cercana a oír Misa. Más tarde, nos montamos en los autocares y fuimos a la estación a despedirnos, ya que cada uno debía acudir, aunque con mucho pesar, de vuelta a sus respectivos reinos y rutina.
Las Jornadas fueron una perfecta ocasión para trabar amistad o ahondar en ella, formarnos y disfrutar de 3 días con personas de nuestra misma fe y valores. Aguardamos con entusiasmo el próximo campamento y las jornadas del año que viene, ¡esperamos verte allí!